Soy de esas personas que cuando se pone a escribir sobre marketing en este caso emocional, le da por fusionar conceptos que muchas personas en un primer momento no le ven mucha conexión. Uno de esos conceptos es el poder del Storytelling , la capacidad de cautivar, emocionar y conectar a través de narrativas poderosas. Pero, ¿qué tienen en común el Storytelling y los juguetes de nuestra infancia? Más de lo que podríamos imaginar.
Al igual que un buen Storytelling, un antiguo juguete te despierta un viaje emocional. Piensa en esos momentos de infancia, cuando tus manos se aferraban a los juegos reunidos Geyper, las pistas del Scalextric, los Clicks de Playmobil o los versátiles bloques de Lego. Cada uno de estos juguetes no era simplemente un objeto inanimado, sino un portal a mundos de imaginación y aventura.
La historia de aquellos que nacimos antes de los 70 está escrita por horas interminables de juegos y juguetes. Eran tiempos en los que la creatividad florecía en los patios traseros y las habitaciones de los niños. Los juegos reunidos Geyper eran la promesa de una tarde llena de diversión y estrategia, mientras que el Scalextric desataba la emoción de las carreras a alta velocidad, mi coche siempre se salía en la misma curva.
«La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño».
Friedrich Nietzsche.
Los Clicks de Playmobil eran compañeros de viaje en innumerables historias imaginarias, donde éramos piratas, astronautas o valientes caballeros. Y quién podría olvidar la versatilidad infinita de los bloques de Lego, que nos permitían construir y reconstruir cualquier cosa que nuestra mente pudiera imaginar.
Pero, ¿cómo estará escrita la historia de aquellos nacidos en la época digital? En un mundo saturado de pantallas y tecnología, ¿dónde encontrarán los niños de hoy esa misma conexión emocional con sus juguetes? Es una pregunta que nos invita a reflexionar sobre la evolución del juego y la infancia en la era moderna.
Quizás, en medio de los dispositivos electrónicos y los videojuegos, todavía haya espacio para el encanto atemporal de un buen juguete. Quizás, en un futuro no muy lejano, las generaciones venideras también mirarán hacia atrás con nostalgia, recordando con cariño los momentos compartidos con sus juguetes favoritos.
En última instancia, ya sea a través del Storytelling o de los juguetes de nuestra infancia, lo que perdura es la capacidad de tocar nuestras emociones más profundas y recordarnos la magia de ser niños. Porque en ese mundo de fantasía y juego, encontramos no solo entretenimiento, sino también un vínculo eterno con nuestra propia humanidad.
Así que sigamos contando historias y explorando el mundo a través de los ojos de un niño, recordando siempre el poder transformador de un buen juguete y la belleza intemporal de una historia bien contada.
» Si quieres que tu marca sea más que un nombre, que se convierta en un sentimiento para tus clientes Hagamos que suceda, ¡charlemos! «